
El sur de la antigua Nueva España se sintió atraida por la Indepencia Mexicana. En enero de 1822, Guatemala, Honduras y Nicaragua decidieron incorporarse al nuevo país. Sin embargo, debido a la turbulencia que siguió al fin del imperio de Agustín de Iturbide (emperador después de la Independencia y que fue derrocado, tiempo después), estas provincias se separaron de México en Julio de 1823. Después del federalismo y la Constitución de 1824, Chiapas que durante la Colonia había pertenecido a la Legislatura General de Guatemala, se unió a México otra vez en Septiembre de ese mismo año. Aunque en el siglo XIX existieron brotes separatistas en el Sureste, el federalismo prevaleció y junto con él, los destinos del Sur que permanecieron anexos al resto del país.
Mientras, el congreso debatía entre los conceptos de Centralismo y Federalismo, algunos Estados no reconocían el Poder Central. La gente en Guadalajara declaró a Jalisco como un Estado libre, mientras Zacatecas, Oaxaca y Puebla seguían ese ejemplo. En medio de estas declaraciones de Independencia, Yucatán anunció su adhesión al poder central, siempre y cuando el sistema federal fuera adoptado Con la postura de Yucatán, la solución para detener la separación del país aparecía en el horizonte; La unión en la federación que Yucatán propuso convenció al resto de las provincias que escogieron un pacto similar.
Un artículo de la Constitución de 1824 textualmente dice:
Como partes de ésta federación están los siguientes estados y territorios: El estado de Chiapas, Chihuahua, Coahuila y Texas, Durango, Guanajuato, Ciudad de México, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Queretaro, San Luis Potosi, Sonora y Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz, Jalisco, Yucatán, Zacatecas, el territorio de Alta California, Baja California, Colima y Santa Fe en Nuevo México, la instancia que tenía Tlaxcala durante la colonia, tenía una peculiar configuración administrativa fue después arreglada por medio de una ley constitucional.